In-12 de 454 páginas numeradas 456 y 9 figuras.
– Seguida de: Madame d’Aulnoy. Nuevos Cuentos de Hadas por Madame d’Aulnoy.
Ámsterdam, s.d. [1708], Pierre Mortier.
In-12 de 1 frontispicio, (1) h. de título, 440 páginas y 10 figuras.
Es decir 2 volúmenes in-12, pleno marroquín verde, triple filete dorado alrededor de las tapas, lomo con nervios adornados, doble filete dorado en los bordes, rueda interior, cantos dorados. Encuadernación firmada por Thibaron Joly.
131 x 73 mm.
Édition originale collective de la plus haute importance littéraire et de la plus insigne rareté des Contes de Fées de Madame d’Aulnoy (1651-1705), la créatrice du Conte de Fées de langue française, la seconde, demeurée inconnue de Brunet qui cite l’édition postérieure de 1710 (on ne connait aucun exemplaire complet de la première parue en 1697-1698 qui manque donc à la B.n.F.), présentant 15 contes de Fées et 3 nouvelles : Gracieuse et Pércinet ; La Belle aux cheveux d’or ; l’Oiseau bleu ; Le prince Lutin ; La Princesse printanière ; La princesse Rosette ; Le Rameau d’Or ; L’Oranger et l’Abeille ; La Bonne Petite Souris ; Le Mouton ; Finette cendron ; Don Gabriel Ponce de Léon, nouvelle ; Fortunée ; Babiolle ; Don Fernand de Tolède, nouvelle ; Le Nain Jaune ; Serpentin vert ; suite de Don Fernand de Tolède, nouvelle.
Está ilustrada con un frontispicio al inicio del segundo volumen y con 19 viñetas grabadas en talla dulce al inicio de cada cuento.
La fascination pour les contes de fées est universelle. Ils représentent à la fois une partie de notre enfance et l’imagination sans limites illustrées par des histoires burlesques se déroulant aux confins du monde. Le Petit Chaperon rouge, La Belle et la Bête, Blanche Neige, La Belle au bois dormant sont autant de titres qui nous rappellent de doux sentiments. Nous avons toujours considéré les contes de fées comme des récits intemporels appartenant au bien commun. Nous oublions qu’ils sont en réalité écrits par des auteurs en chair et en os et que le conte constitue en premier lieu un genre littéraire. Née en 1690, Madame de Murat grandit avec la création des contes. Madame d’Aulnoy initie le mouvement en faisant paraître à Paris un roman intitulé l’Histoire d’Hippolyte, Comte de Duglas, dans lequel est inséré le conte « L’Ile de la Félicité ». De nombreux recueils étaient écrits et des normes se sont constituées. Le conte de fées devient rapidement une mode se manifestant au sein des salons mondains et à la Cour. La fin du XVIIe está marcado por una producción masiva y coherente, es decir, en una empresa colectiva que utiliza el cuento en una lucha a favor de los Modernos.
C’est à la fin du XVIIe que la Corte, y con ella los hombres y mujeres de letras que frecuentan los salones, encuentran gusto en historias breves con intrigas bien llevadas, mezclando detalles realistas y maravillosos. Publicada en 1690, la novela de Madame d’Aulnoy, Histoire d’Hippolyte, comte de Douglas, contiene un relato, L’île de la félicité, considerado como el primer cuento de hadas redactado en francés. Tres volúmenes de sus Contes de fées aparecen en 1697, apenas unos meses después de los de Charles Perrault, seguido en 1698 por un cuarto volumen publicado bajo el título Contes nouveaux ou les Fées à la mode. Mientras que Perrault ha publicado solo ocho cuentos, Mme d’Aulnoy ha imaginado veinticinco, entre ellos L’Oiseau bleu, Le Nain Jaune, La Chatte Blanche ou Gracieuse et Percinet.
D’une grande inventivité, ces contes connaîtront une diffusion considérable au XVIIIe y en el siglo siguiente. Serán objeto de ilustraciones que se encontrarán incluso en platos y mobiliario; serán el origen de un gusto por el cuento de hadas que se verá reflejado en muchos autores, Mlle de Lubert y Catherine Bernard, así como el caballero de Boufflers y Jean-Jacques Rousseau.
« Madame d’Aulnoy, pese a una vida bastante aventurera, publica numerosas obras literarias que conocen el éxito. Su producción en materia de cuentos es notable por dos razones: por un lado, es la primera en publicar uno, «L’Histoire d’Hypolite», en 1690, y por otro, su producción durante este fin de siglo es la más abundante. Los Contes de fées aparecen en cuatro volúmenes en 1697, seguidos el año siguiente por los cuatro otros volúmenes de los Contes nouveaux ou les Fées à la mode. Para Nadine Jasmin, quien ha dedicado un libro a Madame d’Aulnoy, este autor participa en el nacimiento de una fórmula inédita donde «se elaboran dos figuras nuevas, superpuestas o concomitantes: la de la narradora y la de la mujer autora a la que el cuento ofrece un espacio de libertad considerable.
En la sección de su introducción titulada «la Poética de los Contes», Nadine Jasmin detecta varias fuentes de inspiración, de las cuales la primera es el folclore. Madame d’Aulnoy, afirmaba ya R. Robert, es la autora que más ha recurrido a la materia folclórica. Pero ella lo maneja de manera espléndida. N. Jasmin nota la falta de respeto por los episodios del tipo de cuento, la eliminación de algunos de ellos, adiciones propias, «ella desplaza secuencias, las fusiona o las disocia». Además, ella inclina sus materiales en dos direcciones: la eufemización y el ennoblecimiento, para no arriesgarse a desagradar a sus lectores. A tal efecto, se convoca a un personal adicional extraído de la mitología antigua (Cupido, Psique). A decir verdad, Madame d’Aulnoy recurre a todas las fuentes y a todas las maneras susceptibles de agradar a un lectorado mundano, desde el sentimentalismo hasta un cierto libertinaje bien escondido. Sin olvidar la cuestión femenina. N. Jasmin identifica la debilidad de los personajes masculinos, contrastando con la figura triunfante del hada. «El hada aparece como un personaje esencial en la economía del cuento. Más fundamentalmente, parece encarnar la figura de la narradora con la que comparte el poder de la palabra». Hipótesis interesante en la que se responderían el poder de la varita mágica y el de la pluma, la presencia del hilo, el huso y la rueca como instrumentos de vida y de muerte, y «encarnando el poder de la narradora tejiendo los hilos del cuento y de la historia». N. Jasmin puede concluir esta parte de su introducción con estas palabras que resumen claramente su pensamiento, y con las que uno no puede sino estar de acuerdo:
«Los Contes son por tanto el lugar de una disparidad, una fractura entre el folclore de donde proceden y el ‘aire del tiempo’ que los nutre, al establecer un universo aristocrático, elitista y mundano que constituye el horizonte de expectativa de sus lectores.
Es el dispositivo narrativo de los Contes el que se estudia a continuación, empezando por el uso importante del relato marco, y a veces duplicado. N. Jasmin identifica otros rasgos particulares: la importancia de la palabra ya sea mágica, instrumento de conocimiento o incluso maléfica, imaginería propiamente femenina frente a la imaginería heroica tradicional donde se despliegan héroes guerreros y monstruos.» (Nicole Belmont).
« Ainsi Perrault fait paraître sous le nom de son fils trois Contes en vers en 1694 et ses Contes en prose en 1697 ; Mme d’Aulnoy publie des ensembles de contes en 1697 et 1698, Mme de Murat en 1698 solo por citar los más célebres entre ellos. La moda es entonces tal y tendrá un impacto tan importante, que el abad de Choisy en 1711 presenta sus Historias de piedad y moral con la siguiente retrospectiva:
« Il y a douze ou quinze ans que les dames saisirent les Contes de fées avec tant de fureur qu’elles ne voulaient plus entendre parler d’autre chose. Les ouvrages les plus nobles cédaient à ‘l’Oiseau bleu’ [c’est un conte de Mme d’Aulnoy], et la superbe rue Saint-Jacques [spécialisée dans les ouvrages sérieux] se voyait humiliée devant les degrés de la Sainte-Chapelle [où se débitaient les nouveautés] ».
(La Rhétorique mondaine des Contes de Fées Littéraires du XVIIe siècle. Madame Christine Rousseau).
El reinado de Luis XIV estuvo marcado por el fasto y el brillo. El aspecto sagrado de la Monarquía francesa así como el nacimiento tan esperado del delfín, después de veintiséis años de matrimonio, contribuyó mucho a la creación del mito del «Rey Sol».
Luis XIV encontró así, en su advenimiento en 1643, todas las condiciones favorables para una política de adulación, sabiamente orquestada por Mazarino. Se trataba entonces de reunir tras el Rey (por medio de su regente en un primer momento), una Corte indisciplinada y rebelde y afianzar sobre bases estables y definitivas la monarquía absoluta. Las fiestas de la corte, especialmente en la primera parte del reinado (hasta 1682), dieron a Luis XIV el pretexto de figurar como «Rey Sol», como emperador romano, o como Alejandro el Grande.
En esta época que se dice austera y religiosa, el gusto por lo maravilloso y lo mágico estuvo presente en todos los planos: ya sea en los entretenimientos de la corte, las óperas de máquina, los ballets o las Bellas Letras.
A partir de la instalación definitiva de la Corte y el Gobierno en Versalles, en mayo de 1682, las fiestas disminuyen en frecuencia y esplendor; los cortesanos desertan los jardines de Versalles por los apartamentos del Palacio, que se convierte en el marco de fiestas interiores. Las fiestas de la Corte se congelaron en relaciones y grabados: la vieja corte se tranquiliza, el Rey Sol en su cénit ve llegar la hora del declive. Es paradójicamente, a finales de este siglo devoto, bajo la influencia de la última amante del rey, Madame de Maintenon, que surge la moda de los contes de fées. Los mundanos, nostálgicos de las fiestas de antaño o deseosos de perpetuar los entretenimientos al aire libre en sus salones, juegan a juegos literarios festivos y espirituales. Entre los géneros que se componen entre gente de buena compañía, hay uno que parece concentrar todas las influencias del siglo, literarias y sociales: el Conte. Este pequeño género muy antiguo e intemporal, redescubierto nuevamente a mediados de siglo por La Fontaine, se nutre de recuerdos de infancia, de lecturas novelescas de los grandes éxitos de principios de siglo y de las frivolidades mundanas del momento. Pero lejos de escribirse como se dice, el cuento literario se forja códigos retóricos que harán su éxito a lo largo de los años 1690-1700 y más allá.
Les études critiques sur le conte au XVIIe se sont portées, pour la plupart, sur un auteur phare : Perrault, jouissant de son prestige d’académicien. Le genre, dans son ensemble, a souffert du stéréotype qui l’associe au public enfantin, il était donc jugé indigne d’une analyse littéraire sérieuse. En 1928, Mary-Elisabeth Storer soutient à Paris une thèse sur Un épisode littéraire de la fin du XVIIe: la mode des contes de fées (1685-1700), se concentrant sur la « première mode » des contes de fées. En 1975, Jacques Barchilon élargit le corpus et étudie Le Conte merveilleux français de 1690 à 1790. Cent ans de féerie et de poésies ignorées de l’histoire littéraire, (Paris, Champion). Ces deux ouvrages sont les études les plus intéressantes (mais également les seules) dans la première moitié du XXe siglo.
Depuis une vingtaine d’années, la critique a redécouvert les femmes qui composent l’essentiel des auteurs de ce genre : ainsi Mme d’Aulnoy et Mme de Murat han sido objeto de varias tesis provenientes de universidades anglosajonas y francesas.
Las célebres ediciones originales de los Cuentos de Hadas de estos tres autores son rarísimas, pero la de Madame d’Aulnoy, de la que no se conoce ningún ejemplar completo, es la más rara de las tres.
6 exemplaires complets de l’édition originale des Contes de Perrault de 1697 sont à ce jour répertoriés. Le dernier exemplaire relié au XIXe que pasó por el mercado público se adjudicó por 330 000 € hace 16 años (Ref. Sotheby’s, 28 de junio de 2001, n°112).
Hasta la fecha se han catalogado 5 ejemplares completos de la edición original de 1698 de los Cuentos de hadas de Madame de Murat.
Precioso y bello ejemplar finamente encuadernado en piel de becerro verde por Thibaron-Joly, procedente de las bibliotecas Roger Paultre (Cat. Grandes siglos y grandes imágenes, 1993; n°13 donde se anuncia la edición como la primera completa) y Cécile Éluard.